
¿Es necesario arrodillarse al pedir la mano?
Por Nicolas, experto en pedidas de mano en París
La pedida de mano es un paso significativo en la vida de muchas parejas. En la mayoría de los casos, representa el momento más mágico de tu historia de amor.
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Entre los numerosos detalles a considerar para una pedida de mano exitosa, el gesto de arrodillarse es uno de los más tradicionales y simbólicos. Este gesto a menudo plantea preguntas: ¿Es realmente necesario arrodillarse durante esta propuesta crucial? ¿Por qué tiene tanto significado este gesto? En este artículo exploramos juntos este ritual para ayudarte a decidir si es adecuado para tu propia pedida de mano.
Las raíces históricas del gesto de arrodillarse

La tradición de arrodillarse tiene sus raíces en la época medieval, un período en el que los rituales y gestos simbólicos tenían gran relevancia. Durante la Edad Media, los caballeros eran investidos por reyes o reinas, mostrando su respeto y devoción hacia su soberano al arrodillarse. Este gesto simbolizaba lealtad y sumisión ante una autoridad superior.
Para comprender la importancia de arrodillarse en una pedida de mano, es esencial retroceder en el tiempo, a una época en la que los matrimonios eran más pragmáticos que románticos. En el pasado, las uniones no se basaban en el amor, sino en consideraciones políticas, económicas, sociales y familiares. Con frecuencia, los jóvenes no tenían poder de decisión, dejando a las familias la negociación y determinación de su futuro matrimonial.
Los matrimonios, a menudo arreglados, consolidaban alianzas entre dos familias, uniendo fuerzas, bienes, territorios o preservando intereses financieros. Las mujeres, aunque en algunos casos gozaban de cierta libertad, rara vez tenían voz en la elección de su compañero de vida. La decisión recaía en el patriarca de la familia, quien negociaba con otras para asegurar la estabilidad financiera y social de su descendencia.
La pedida de mano era una transacción matrimonial basada en el concepto de “manus” (mano), que simbolizaba el poder legal del padre sobre su hija. Al pedir la mano de la joven, el futuro esposo transfería ese poder a sí mismo. Esto representaba un cambio significativo en la vida de la mujer, quien pasaba de ser parte de la familia de su padre a ser miembro de la familia de su esposo. El padre transfería oficialmente el poder legal que tenía sobre su hija a su futuro yerno. Esta transferencia simbólica iba acompañada de una implicación más profunda en la vida de la joven, considerándola ahora como un miembro pleno de la familia de su esposo.
El gesto de arrodillarse, un acto de sumisión hacia el rey o la reina en la época medieval, fue incorporado en este ritual de “manus”. Al arrodillarse ante su amada, el hombre expresaba su respeto, devoción y compromiso hacia ella, retomando así un gesto que tenía connotaciones de lealtad hacia una autoridad superior.
Una evolución hacia el romance y el amor profundo

Con el tiempo, afortunadamente, los matrimonios han evolucionado hacia expresiones más románticas del amor. La pedida de mano ha dejado de ser una transacción comercial y utilitaria para convertirse en una celebración del amor profundo entre dos personas.
La tradición de arrodillarse al pedir la mano perdura, no solo debido a su herencia histórica, sino también por su simbolismo atemporal. La rodilla en el suelo, que en otro tiempo fue símbolo de sumisión, se ha transformado en un gesto que va mucho más allá de las palabras. Es una forma de mostrar a la pareja respeto, devoción profunda y un compromiso sincero.
Una encuesta realizada por The Knot revela que, a pesar del cambio en las mentalidades, el 87 % de las pedidas de mano en 2022 han mantenido la tradición de arrodillarse. Esta estadística subraya la persistencia de esta práctica en la sociedad moderna, demostrando que sigue siendo una opción popular para muchas parejas.
El acto de arrodillarse, impregnado de un simbolismo profundo y capaz de evocar emociones inefables, se presenta como un gesto que recomendamos encarecidamente considerar. Es indiscutible que, cuando el hombre se arrodilla, las emociones que embargan a la joven alcanzan niveles incomparables. Tal vez ya hayas observado en las redes sociales o en el cine una reacción casi universal: ante esa rodilla en el suelo, la joven queda abrumada, cubriéndose la boca con una mano, o incluso ambas, en un estado de asombro. Sabe que ha llegado el momento más conmovedor de su vida y espera con una emoción palpable las palabras mágicas de su pareja. ¡No te pierdas esta experiencia tan memorable, que quedará grabada para siempre en tu memoria!
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¿Rodilla izquierda o derecha?

Como mencionamos anteriormente, la tradición de arrodillarse se remonta a la Edad Media, un período en el que los rituales caballerescos tenían un gran impacto en la sociedad. Arrodillarse era originalmente un gesto de sumisión hacia el rey o la reina. Cuando un hombre era nombrado caballero por una autoridad superior, colocaba su rodilla en el suelo como muestra de respeto, obediencia y lealtad hacia esa figura real. En ese entonces, la rodilla izquierda era la que se posaba en el suelo. La elección específica de la rodilla izquierda tiene su origen en el contexto religioso de la época: la rodilla derecha se reservaba exclusivamente para Dios durante las ceremonias religiosas. Arrodillarse con la rodilla izquierda ante el rey era, por lo tanto, una manera de señalar que el acto de lealtad hacia el soberano era distinto de la devoción religiosa. En una época en la que la religión ocupaba un lugar predominante, arrodillarse con la rodilla derecha fuera del ámbito religioso se consideraba un acto blasfemo, una violación de esa devoción exclusiva.
Con el tiempo, esta práctica se trasladó al contexto de las pedidas de mano. Arrodillarse ante la amada con la rodilla izquierda se convirtió en una forma de mostrar que este acto estaba dedicado al amor y devoción hacia la futura esposa, y no hacia una entidad divina.
Arrodillarse con la rodilla izquierda ha llegado a representar en la actualidad una manera de expresar un profundo respeto, devoción total y lealtad hacia la persona amada. Es un gesto cargado de nobleza, heredado de las costumbres caballerescas que han perdurado a lo largo de los siglos.
Por otro lado, arrodillarse con la rodilla derecha conserva en la actualidad sus connotaciones religiosas. La rodilla derecha en el suelo se asocia con la oración, la humildad y la sumisión hacia algo más grande que uno mismo. Esta dimensión simbólica refuerza la idea de que la pedida de mano no es simplemente un compromiso con otro ser humano, sino también con valores más amplios.
Ya sea que optes por la rodilla izquierda o la derecha durante tu pedida de mano, déjate llevar por la improvisación. La intensa y única emoción que impregnará ese momento habrá deshecho cualquier plan que hayas tenido previamente.
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Cuidar la presentación del anillo

Es el momento de arrodillarte cuando sacarás de tu bolsillo la caja que guarda el anillo de compromiso. Nuevamente, no dudes en dejar espacio para la improvisación.
El anillo de compromiso, ese brillante símbolo de un futuro compartido, sigue siendo el protagonista indiscutible de toda pedida de mano. Elegir el anillo perfecto es una de las etapas más importantes, ya que combina estética, simbolismo y el carácter de vuestra relación. Conocer la talla y el estilo preferido de tu pareja es fundamental. Elige un anillo que refleje tanto su personalidad como vuestro compromiso mutuo.
El anillo de compromiso no es simplemente un accesorio; es una declaración de amor y compromiso. La elección del anillo tiene un significado especial, ya que será un recordatorio diario de vuestra unión.
Cada persona tiene un estilo único. Observa cómo se viste, qué joyas lleva y sus preferencias estéticas. Escoge un anillo que refleje su gusto personal.
Oro blanco, oro amarillo, platino o incluso oro rosa; la elección del metal precioso marcará la apariencia general del anillo. Ten en cuenta los metales que tu pareja suele llevar a diario.
En cuanto a la piedra, el diamante es el clásico por excelencia, pero las opciones son amplias. Piedras preciosas de colores, como zafiros o esmeraldas, aportan un toque distintivo. No olvides considerar el significado personal de las piedras.
El tamaño y la forma de la piedra son igualmente importantes. Escoge un tamaño que se ajuste al estilo de vida de tu pareja, al mismo tiempo que realce la elegancia de su mano.
Respecto al presupuesto, establece un límite realista. No es necesario sacrificar la calidad por el tamaño. Una joya bien diseñada y de calidad puede tener un valor mucho más apreciable que un quilate grande.
Explorar el universo de la pedida de mano, descubrir sus tradiciones y simbolismos, es adentrarse en una historia apasionante. Arrodillarse, un gesto que ha trascendido los siglos, se eleva como un símbolo poderoso de devoción y amor profundo. ¡París, la ciudad del amor, es el lugar perfecto para sellar tu compromiso!
Nicolas Garreau – Fundador de ApoteoSurprise y creador de pedidas de mano desde 2006

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