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 ¿Acabas de vivir un flechazo? ¡Te lo contamos todo!

Por Nicolas, experto en pedidas de mano en París

Has experimentado un flechazo y no entiendes lo que te está pasando. Ahora solo piensas en ella, y lo único que temes es que ese amor apasionado no sea mutuo. El trueno duró solo una fracción de segundo, pero ahora estás convencido de que cambiará tu vida por completo. Lo sabes, es así, y nadie puede razonar contigo. Bueno, si Cupido te ha lanzado una flecha, tengo excelentes noticias para ti. Con mi amplia experiencia en la organización de propuestas de amor en París, te lo afirmo y confirmo con firmeza: ¡SÍ, nada volverá a ser como antes!

 

Para obtener más ideas y consejos sobre cómo convertir ese flechazo en una propuesta de matrimonio original, te invito a visitar mi blog.

 

Al leer este artículo, comprenderás que acabas de iniciar la etapa más mágica y celestial de tu vida.

Flechazo

¿Qué es el flechazo?

 

Experimentar un flechazo es enamorarse a la velocidad de la luz. Es un auténtico proceso de enamoramiento que arrasa con todo a su paso y nos proyecta a la velocidad del rayo hacia otro planeta. Es una percusión espectacular y violenta que parece tan sufrida como repentina. Es el nacimiento irracional e inmediato del sentimiento amoroso por una persona desconocida. Uno se siente hipnotizado y atrapado por una concentración de felicidad tan jubilosa como inesperada.

 

La intensidad de la atracción que sentimos por el otro deslumbra, atraviesa y compromete todo nuestro ser. Nos sentimos paralizados por la fuerza del golpe recibido y encendidos por la llama interior que provoca.

 

En la mayoría de los casos, el flechazo nos sorprende por pura casualidad. En el momento menos esperado, el amor llama a nuestra puerta.

 

Impredecible y repentino, este destello amoroso es un verdadero impacto emocional que nos transporta a un lugar maravilloso.

 

Pero, ¿cómo puede una persona totalmente desconocida pasar instantáneamente a la luz absoluta? Desde la primera mirada, la revelación nos parece obvia. Y es un auténtico electrochoque, ya que en un corto período de tiempo estamos bajo su encanto. Escapando a toda lógica, el flechazo se inscribe en la lógica de la fatalidad: no elegimos amar.

 

Una cosa es segura: la atracción es tan fuerte que no podemos dejar que esa persona se escape.

 

Los científicos han demostrado que solo se necesita una quinta parte de segundo para enamorarse. Así que está comprobado científicamente: ¡en tan solo 200 milisegundos, sabemos con certeza que queremos estar con una persona cuya existencia desconocíamos hace solo unos instantes!

 

Es importante destacar que el verdadero flechazo va mucho más allá de la apariencia. A menudo se define como la sensación de simplemente “saber” que vamos a amar la personalidad del otro porque de alguna manera ya la conocemos. Durante un flechazo, sentimos este amor repentino como un efecto volcánico que nos hace vibrar como nunca. Con esta extraña sensación de “deja vu”, comprendemos de inmediato que no podremos luchar contra este amor repentino, que parece más poderoso que todo lo que hemos experimentado anteriormente. De hecho, esta sensación de “deja vu” permite establecer una conexión mucho más rápida que en otras ocasiones de encuentro.

 

El verdadero flechazo no genera miedo ni ansiedad existencial. Por el contrario, nos sentimos tan realizados y felices que declarar nuestro amor parece evidente. La espontaneidad prevalece y las barreras caen rápidamente. Es simple, ¡queremos saberlo todo sobre el otro! Nos sentimos de inmediato cerca de esa persona, y nuestra historia parece fluir naturalmente.

 

Un flechazo, por otro lado, es solo una simple atracción física, aunque esta pueda sentirse muy intensa. Durante un flechazo, la experiencia es totalmente diferente; se asocia con otras nociones como la pasión, la intimidad y el apego total. En comparación con el flechazo, el enamoramiento se presenta como un amor completo y absoluto desde el principio, una atracción final hacia el otro. Estamos atrapados en un torbellino con este fuego que se enciende dondequiera que vayamos. Ya no pensamos en nada más que en ella, y nada importa excepto ella. Ella es la persona perfecta, aquella con la que queremos formar una familia, vivir y envejecer.

 

El flechazo es una experiencia extraña, única y mágica. Es una fuerza externa desconocida, casi sobrenatural, que trastorna todos los puntos de referencia. Todo desaparece de nuestra conciencia y visión, excepto el rostro de quien ha cambiado nuestras vidas. Es la felicidad en su estado más puro, en cierto modo.

 

El flechazo tiene una enorme ventaja sobre el enamoramiento, un encuentro clásico o un amor progresivo en el que aprendemos a conocernos: ¡al menos nos permite decir adiós a la mente! No hay más reflexiones interminables ni nudos en el cerebro para saber si realmente nos gusta la otra persona, si la amamos o no. Con el flechazo, al menos, estamos seguros: ¡la otra persona nos tiene atrapados! El efecto sorpresa cortocircuita el pensamiento y aturde la mente. Es un golpe en la cabeza que cambia los colores, las formas. Los códigos habituales se desmoronan, ya no controlamos nada. Estamos propulsados en órbita sin dejar de dar vueltas. Desde que estamos en presencia del otro, no podemos dejar de buscarla con la mirada, y estamos atrapados e invadidos por un sentimiento de dicha y plenitud.

 

El sentimiento amoroso del flechazo nos transforma a tal punto que sentimos una ligereza inexplicable, como una sensación de ser llevados y flotar. El tiempo se suspende. No importa lo que suceda a nuestro alrededor, las noticias, los eventos mundiales, estamos en una burbuja y somos felices. Todo lo demás se borra, ya no existe nada más que ella. Es el ser perfecto, con quien queremos construir una familia, vivir y envejecer.

¿Qué sensaciones experimentamos durante un flechazo?

 

El flechazo lleva muy bien su nombre: cuando ocurre, sientes que te han fulminado. Es una sensación física perfectamente perceptible. No piensas “esta persona parece maravillosa”, no; literalmente te electrifica el encuentro, pierdes todas tus referencias corporales. El flechazo actúa tanto en el cuerpo como en la mente. Y el cuerpo humano es un barómetro emocional mucho más fiable de lo que podríamos imaginar.

 

En última instancia, el flechazo amoroso es una reacción de nuestro sistema nervioso que, en un corto espacio de tiempo, nos proporciona una variedad de sensaciones explosivas, similares a la embriaguez. De hecho, los científicos han demostrado que el efecto del flechazo es, en muchos aspectos, comparable al producido por la cocaína.

 

¿Cuál es el síntoma más común durante un flechazo? El corazón que late con fuerza. Como si el corazón fuera el primero en saber que acabas de conocer al amor. Te avisa. ¿No se dice también que el corazón tiene razones que la razón desconoce?

 

En cuanto a la vista, también se ve afectada, ya que es la mirada la que provoca el flechazo. La visión del otro puede resultar abrumadora.

 

Otros signos comunes, aunque no sistemáticos, frente a la sobrecarga emocional que nos embarga son: las mejillas que se sonrojan, las manos que se vuelven húmedas, las pupilas que se dilatan, las piernas que tiemblan y, por supuesto, las famosas mariposas que pican y bailan en el estómago.

 

Pero el signo más espectacular es, sin duda, lo que muchos describen como una sensación de flotación, como si nos desprendiéramos de nuestro cuerpo. Mientras el cuerpo se encuentra bajo el dominio de una euforia total, la mente se desconecta y entramos en un estado secundario, perdiendo la noción del tiempo. Experimentamos una profunda sensación de despreocupación y éxtasis. Estamos en las nubes, completamente descentrados. Ya no prestamos atención a lo que estamos haciendo; la torpeza y la distracción son señales bien conocidas del verdadero estado amoroso... Incluso las palabras pueden no querer salir.

¡Un Big Bang de hormonas en el cerebro!

 

El contacto físico es fundamental en el flechazo. De hecho, los estímulos visuales, olfativos, táctiles y auditivos enviados por la otra persona activan, a través de la química, los mecanismos amorosos de nuestro cerebro. Un flechazo a través de Internet parece, por lo tanto, algo improbable.

 

Los neurobiólogos explican el flechazo como un flujo de moléculas químicas que saturan el sistema límbico, la zona cerebral también conocida como el “cerebro emocional”. Sin embargo, el explosivo cóctel de moléculas que invade el cerebro no es la causa del flechazo, sino más bien su consecuencia. En cuanto a su origen, afortunadamente, sigue siendo desconocido, manteniendo así su estatus de misterio universal. No es casualidad que Einstein hablara de la “emoción del misterio”...

 

Cuando Cupido golpea, una cosa es segura: ¡el cerebro se regodea y toma la delantera!

 

Incontables moléculas, hormonas y neurotransmisores son secretados por el cerebro durante un flechazo, pero yo solo mencionaré los tres principales:

 

La Feniletilamina

 

Esta molécula, también conocida como la hormona del flechazo, suprime el hambre, la sed y el cansancio. Es responsable de la euforia y la excitación psíquica. Creadora de confort, bienestar y una intensa alegría, su efecto puede parecerse a las sensaciones que experimentamos al practicar deportes extremos. Es como una especie de droga, una anfetamina natural. Nos hace olvidar todo lo que sucede a nuestro alrededor y nos lleva directo a las nubes.

 

La Adrenalina

 

Conocida como la molécula de la urgencia y la hipervigilancia, la adrenalina acelera el ritmo cardíaco y eleva la temperatura corporal. También es la responsable de provocar un estrés intenso y aumentar la presión sanguínea, lo que ocasiona el rubor en las mejillas, los escalofríos y las piernas temblorosas. Nuestro cuerpo recibe una verdadera descarga de energía, como si estuviera a punto de huir.

 

La Dopamina

 

Para contrarrestar el estrés provocado por la adrenalina, se libera una importante cantidad de dopamina. Es la responsable del deseo por la otra persona, pero también impulsa a la acción y al avance. Al igual que las drogas, la dopamina inhibe temporalmente nuestra razón. Este neurotransmisor, secretado por el cerebro, proporciona placer inmediato, estimulando el estado de ánimo y el entusiasmo. En otras palabras, ¡es la hormona de la felicidad! Activa los “circuitos de recompensa”: el cuerpo busca lo que es bueno para él.

¿Por qué ella y no otra?

 

El flechazo es, ante todo, un encuentro: sientes que te encuentras con otro tú mismo, te percibes de repente “completo”. De inmediato, el otro te ofrece lo que te faltaba. Y como no somos conscientes de ello, esa persona se eleva a la categoría de deidad; solo vemos sus cualidades.

 

Durante un encuentro, el cerebro procesa en fracciones de segundo ciertos criterios físicos, como la forma del rostro. Cuando combinamos los rasgos de ese rostro con algunos de los nuestros, la otra persona nos parece más atractiva y digna de confianza. Sentimos una fuerte atracción por aquellos que se parecen a nosotros físicamente. El cerebro procesa esta información y nos dice si esa persona frente a nosotros es la adecuada o no. El flechazo sería, por lo tanto, el nacimiento inmediato de un sentimiento amoroso por una persona desconocida cuya apariencia física coincide con nuestro ideal.

 

La atracción, según algunos estudios, también parece estar relacionada con la similitud de personalidades. Es decir, somos capaces de percibir la personalidad del otro con una simple mirada. Las personas de la misma cultura, del mismo estatus social y económico, aumentan sus probabilidades de sentir atracción mutua. El dicho “quien se parece se junta” parece ser cierto.

 

Cuando conocemos a alguien, se intercambian innumerables mensajes muy rápidamente, sin que seamos conscientes de ello. Hay una percepción inconsciente de las feromonas y los olores de la otra persona. Las feromonas nos envían señales sobre nuestra compatibilidad potencial y su composición genética. Naturalmente, nos sentimos más atraídos por personas cuyo sistema inmunológico es muy diferente al nuestro. El objetivo es favorecer la complementariedad entre nuestro capital genético y el del otro. Es el lado de la supervivencia de la especie, que escapa al razonamiento. El flechazo, a través de las feromonas, parece estar regido por la búsqueda de la pareja perfecta para aparearse y reproducirse. De ahí la sensación de complementariedad absoluta, en la que ambos compañeros sienten que han encontrado a su otro yo. Las feromonas también explicarían por qué el flechazo tiene más probabilidades de ocurrir en ciertos contextos, como el deporte (encuentros en estaciones de esquí, centros de fitness, en la consulta de un fisioterapeuta, etc.).

 

El flechazo, como ya hemos mencionado, a menudo ocurre cuando estamos desvinculados de cualquier intención. No lo buscamos, es él quien nos encuentra. Pero también requiere un contexto emocional adecuado para emerger. A menudo, el flechazo se da en momentos particulares de la vida: cambio de carrera, mudanza, soltería o ruptura amorosa. Se manifiesta más fácilmente cuando estamos en un estado de vulnerabilidad y nuestras defensas psicológicas están debilitadas; estamos menos en control y vivimos un período de permeabilidad hacia el otro. Inmediatamente sumidos en una fusión total, nos sentimos colmados y olvidamos todas nuestras preocupaciones. Todo nuestro organismo se revitaliza y sentimos que somos capaces de realizar milagros. Vemos la vida de color de rosa y recuperamos el gusto por vivir. El flechazo es, de alguna manera, un golpe de suerte, un antidepresivo supremo, una droga natural que nos impulsa como nunca antes.

¡Espero que mi flechazo tenga respuesta!

 

Para muchos, el flechazo es el punto de partida ideal para una relación amorosa. Es un sentimiento tan potente que nos hace sentir más vivos que nunca. Y cuando este sentimiento es correspondido, puede llevarnos directamente al paraíso.

 

Entonces, la pregunta que todos nos hacemos cuando tenemos la suerte de experimentar un flechazo es: “¿Es mi flechazo recíproco?”. Más que plantearnos la pregunta, a menudo la transformamos en un deseo inquebrantable, repitiéndonos sin cesar: “Espero que mi flechazo sea recíproco, no puede ser de otra manera”.

 

Si la respuesta es afirmativa, lo notarás de inmediato: disfrutarán de la compañía mutua de forma espontánea, lo cual es una de las cosas más hermosas que pueden suceder en una relación amorosa. La conversación fluirá con naturalidad, y todo entre ustedes se sentirá genuino.

 

Pero, ya que buscas una respuesta clara, déjame decirte que sí, ¡lo sabrás al instante si el flechazo es mutuo! ¡Lo sentirás! ¡Lo percibirás! Y tu intuición no te fallará. Y si todo esto parece demasiado bueno para ser verdad, si te cuesta creerlo, tengo una excelente noticia para ti: la gran mayoría de las historias de flechazos hablan de reciprocidad. Si has sido alcanzado por el rayo del amor, es muy probable que la otra persona también haya sentido lo mismo. ¡Entre ustedes, ha pasado la corriente! ¿No has notado todas esas chispas?

¿Cuánto dura un flechazo?

 

Aquí llega otra buena noticia. Si acabas de experimentar un flechazo, te lo anuncio con orgullo, agárrate fuerte: ¡muy probablemente tendrás años enteros de felicidad absoluta!

 

Un flechazo no es necesariamente efímero. Muy al contrario, a menudo puede perdurar y dar lugar a una relación sólida. Pero, como sucede en cualquier relación amorosa, tendrás que ser capaz de hacer el duelo de algunas ilusiones. Un flechazo está compuesto, en su esencia, por ilusiones, ya que, en el momento del impacto, no conocemos verdaderamente a la persona. Además, sabemos que la zona cerebral encargada del juicio está “en pausa” cuando nos enamoramos, de ahí la expresión “el amor es ciego”.

 

El amor apasionado no es eterno. Algunos expertos aseguran que no superaría los 18 meses: más allá de este período, el cerebro se adapta, y la concentración de las moléculas del flechazo comienza a disminuir. Y después de unos tres años, todos los estudios muestran que estas moléculas han desaparecido por completo del organismo cuando miramos a la persona. El individuo que antes estaba alimentado por un amor inquebrantable comienza a notar defectos en el otro. Para explicar este bendito período de tres años, los científicos piensan que tenemos una especie de programación genética que nos condiciona a amar durante el tiempo necesario para asegurar el desarrollo del niño.

 

Pero afortunadamente, después de tres años de relación, hay otra sustancia química que tomará el relevo: la oxitocina, la hormona del apego. Se secreta especialmente cuando los amantes se besan o se acarician. Crea un vínculo fuerte y duradero entre dos personas.

 

Podemos estimar que el amor apasionado dura unos tres años. Con mis 20 años de experiencia en la organización de propuestas de matrimonio en París, observo que es precisamente durante este período cuando se realizan la mayoría de las propuestas, con las emociones intensificadas de los enamorados.

 

Lo habrás entendido, el flechazo es el verdadero milagro del amor. Es el regalo más hermoso que la vida te puede ofrecer. De la noche a la mañana, el destino te brinda una gran felicidad que podrás disfrutar durante muchos meses. No lo dejes escapar. No lo dejes escapar, y esto, independientemente de tu situación financiera, profesional, la distancia geográfica o incluso la diferencia de edad. Ve a por ella. ¡Ve a por ella! ¡VE POR ELLA! Con los años, tu relación cambiará, pero no hay mejor punto de partida que el flechazo. En una relación amorosa construida sobre las luces deslumbrantes y ardientes de un flechazo, los compañeros tenderán a idealizar increíblemente el momento en que se conocieron por primera vez. Es, por lo tanto, el comienzo soñado para una verdadera historia de amor. No puedes vivir de mejor manera. El escritor británico Israel Zangwill dijo, y comparto totalmente su opinión: «El único amor verdadero es el flechazo.»

Nicolas Garreau – Fundador de ApoteoSurprise y creador de pedidas de mano desde 2006

Nicolas Garreau

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